¡Sí, existe! Enterate todo sobre el Día Internacional de la Higiene Menstrual

Cada 28 de mayo se conmemora el Día Internacional de la Higiene Menstrual. La elección de la fecha no es casual: los ciclos menstruales suelen durar, en promedio, 28 días y el mes de mayo es el quinto del calendario, como los cinco días que suele durar la menstruación.

La fecha tiene un objetivo claro: visibilizar la importancia de garantizar condiciones adecuadas para la gestión de la menstruación y promover el acceso a la información, los productos y el acompañamiento necesario durante este proceso fisiológico que atraviesa la mayoría de las mujeres durante gran parte de su vida.

Existen alrededor de 2 mil millones de personas menstruantes a nivel global, y de ellas, el Banco Mundial estima que 500 millones no tienen acceso a una correcta gestión menstrual. Esto incluye productos sanitarios, agua limpia y saneamiento y afecta a mujeres y niñas, especialmente en áreas rurales y con bajos ingresos, lo que puede impedirles asistir a la escuela o al trabajo.

En Argentina, se estima que cerca de 12 millones de mujeres menstrúan. Pero, a pesar de los avances en educación y derechos, aún existen barreras vinculadas a la falta de información, la pobreza menstrual y los mitos culturales que generan confusión, vergüenza o incluso ponen en riesgo a la salud.

¿Qué entendemos por higiene menstrual?

Cuando hablamos de higiene menstrual, no nos referimos únicamente a “limpieza”. Este concepto engloba todo lo necesario para vivir el ciclo menstrual con bienestar: acceso a productos absorbentes, seguros y adecuados (como toallas descartables o tampones), agua limpia, instalaciones sanitarias cómodas y seguras, información clara y educación desde edad temprana.

El término higiene menstrual ha sido debatido por algunos colectivos que proponen reemplazarlo por salud menstrual, entendiendo que no se trata de “algo sucio” que deba ocultarse o limpiarse, sino de una función corporal natural. 

Más allá del nombre que se elija, lo importante es garantizar que cada mujer tenga acceso a todo lo necesario para vivir esta etapa con dignidad, sin vergüenza ni riesgos.

La menstruación es un proceso biológico, ¡naturalicémosla!

La menstruación es parte del ciclo reproductivo y suele comenzar en la adolescencia, entre los 10 y 13 años, con la aparición de la menarca. Durante los primeros años es habitual que los ciclos sean irregulares, y esto no debe preocuparte. 

Se trata de una etapa de aprendizaje, en la que el cuerpo comienza a organizar sus ritmos hormonales. Con el tiempo, los ciclos tienden a regularizarse, y en promedio se repiten cada 28 días, aunque hay variaciones normales entre 21 y 35 días.

Durante toda la etapa fértil, que suele extenderse por aproximadamente 40 años, el cuerpo menstrúa una vez por ciclo si no se produce un embarazo. Este sangrado es consecuencia del desprendimiento del endometrio (la capa interna del útero) cuando no hay fecundación.

La importancia del acceso a productos seguros es clave

Uno de los pilares de una correcta higiene menstrual es el acceso a productos seguros, absorbentes y diseñados específicamente para cuidar la zona vulvar. Entre los productos más utilizados se encuentran las toallas descartables y los tampones. 

Es importante remarcar que no todos los productos son iguales: elegir marcas reconocidas, que cumplan con estándares de calidad, es fundamental para evitar irritaciones, infecciones o reacciones alérgicas.

Las toallas higiénicas, por ejemplo, deben ser suaves, absorbentes y estar hechas con materiales que no alteren el equilibrio de la piel vulvar. Los tampones, por su parte, son una opción muy cómoda, sobre todo para quienes desean hacer actividades como ir a la pileta, a la playa o practicar deportes. Al ser de uso interno, permiten mayor libertad de movimiento, aunque es importante respetar los tiempos de recambio recomendados (siempre cada 4 a 6 horas).

Cambiar los productos con frecuencia previene infecciones al ayudar a mantener una correcta ventilación, evitando la acumulación de humedad y bacterias.

Menstruación e infecciones: esto es lo que tenés que tener en cuenta

Si no se realiza una limpieza adecuada al cambiarse el producto de higiene menstrual o se permanece muchas horas con el mismo producto, puede favorecerse la aparición de infecciones vulvovaginales producidas por alteración de la microbiota vaginal. También puede lastimarse la piel de la vulva, ocasionando desde irritaciones leves hasta maceraciones con riesgo de producir infecciones cutáneas.

Algunos signos de alarma a tener en cuenta incluyen: flujo con mal olor, picazón o ardor en la zona genital, sangrados fuera del período o dolor al orinar. Ante la aparición de estos síntomas, lo mejor es consultar con el ginecólogo y evitar automedicarse.

La menarca: acompañar desde el primer momento

La llegada de la primera menstruación suele generar una mezcla de emociones: curiosidad, miedo, vergüenza y muchas sensaciones más. Es clave que las niñas y adolescentes reciban información clara, basada en evidencia científica, y que sientan acompañamiento y contención. Y también es muy importante que los padres y la escuela acompañen este momento.

El desconocimiento puede generar ansiedad o incluso prácticas inadecuadas. Por eso, es fundamental que en los hogares, las escuelas y los espacios de salud se hable de la menstruación con naturalidad, sin eufemismos ni silencios incómodos. Acompañar a la menarca con empatía e información es una manera de empoderar a las niñas y cuidar su salud actual y futura.

Cuando no hay acceso a productos adecuados o no se cuenta con la información necesaria, la menstruación puede convertirse en un factor de exclusión escolar, malestar físico y estrés emocional.

¿Y qué pasa con el entorno?

Aunque la menstruación ha dejado de ser un tabú en muchos espacios, todavía circulan ideas erróneas y algunos mitos aún sobreviven, como:

1. No podés bañarte o mojarte la cabeza porque te puede hacer mal

2. No podés tener relaciones sexuales

3. Si tocás una planta, se seca

4. No podés caminar descalza

Estos conceptos, heredados de tiempos antiguos, carecen de base científica y solo contribuyen a perpetuar el estigma. La menstruación no es una enfermedad, tampoco un castigo, ni debe ser escondida.

Hablar del ciclo menstrual, comprenderlo y normalizarlo es parte del camino hacia una salud ginecológica más consciente y empática.

El derecho a una menstruación saludable

El 28 de mayo no es solo una fecha simbólica. Es una oportunidad para reflexionar sobre cómo cada mujer vive su ciclo menstrual y qué podemos hacer como sociedad para garantizar que todas accedan a una gestión menstrual digna.

Es necesario derribar mitos, promover la educación menstrual en todos los niveles y asegurar el acceso a productos seguros y de calidad. La menstruación no debería ser un motivo de vergüenza ni un obstáculo. Hablar de ella con libertad y conocimiento es un acto de salud, de empatía y de justicia.

En Argentina, aproximadamente 5 millones de personas no tienen acceso a agua potable, lo que vulnera un derecho humano básico y pone en riesgo su salud. Cuando hablamos de higiene menstrual, esta carencia se vuelve aún más crítica, ya que impide a muchas mujeres gestionar su menstruación en condiciones seguras y adecuadas.

En definitiva, cada mujer merece vivir su menstruación con libertad, bienestar y cuidado. Y eso solo es posible cuando el acceso a la información y a productos seguros se convierte en un derecho, y no en un privilegio.