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3 de Abril
Puede sonar a que el body shaming es una forma muy estructurada de juzgar los cuerpos ajenos y sí, lo es. Pero, ¿sabías que comentarios como “¿hey, por qué comes tanto?” o “¿por qué comes tan poquito? son también formas de avergonzar a otros por su talla?
Sí, el body shaming viene desde pequeños comentarios cotidianos hasta las formas de bullying y matoneo más estructuradas y violentas que podamos conocer. Por eso, es muy probable que ya lo hayas sufrido y que ni siquiera hayas podido identificarlo. Hoy te contamos qué es el body shaming, su relación con las redes sociales y cómo identificarlo para cuidarte y cuidar a otros de esta práctica.
Empecemos por aclarar las dudas alrededor de qué es el body shaming. Esto estoda conducta que ponga como objeto de burla, crítica o menosprecio el cuerpo de otra persona. Y, ojo a esto, puede venir desde la familia, amigos, desconocidos y hasta de personal médico.
Siempre hemos tenido cánones de belleza en los que pocas personas cumplen con las condiciones para entrar. Así como estos estereotipos o “modelos” han existido siempre, también lo ha hecho la publicidad o campaña negativa contra los cuerpos que no cumplen con la norma, esto es no solamente cuerpos gordos (aunque son los que más lo sufren), sino también cuerpos flacos, con acné, narices, bocas o cejas salidas del canon. Es decir, el body shaming no es nuevo, pero las redes sociales definitivamente han ayudado a amplificar su efecto negativo.
Es difícil identificar la raíz de esta práctica. En culturas latinas, como la nuestra, comer es una parte vital de la convivencia familiar y los comentarios sobre la talla o el cuerpo de otros también son bastante comunes. Ya sea porque no comemos lo suficiente o porque comemos en exceso (según el criterio de quien nos juzga), no pueden faltar este tipo de temas en la mesa. Aun así, y aunque nuestras madres y padres sufrieron esto con otro tipo de mecanismos como las revistas, los programas de televisión y otros productos de consumo, el body shaming hoy tiene una proyección mucho más amplia gracias a las redes sociales.
Varios estudios se han interesado por indagar en la relación entre redes sociales y depresión, ansiedad o dismorfia corporal. Recientemente el estudio independiente Royal Society for Public Health aseguró que uno de los ingredientes que más genera afecciones emocionales y mentales en los usuarios es el botón de “me gusta”. Esta herramienta que sirve para medir a cuántas personas les gusta nuestro contenido, termina siendo una forma de medir a cuántas personas les gustamos. Es decir, se convierte en una forma de medirnos como personas e incluso de volvernos un producto. Tal es la conexión que se ha identificado entre redes sociales y trastornos mentales que Instagram incorporó la opción de esconder la cantidad de me gusta que recibe una publicación.
El asunto con las redes sociales es que los comentarios negativos que las personas hacen sobre los cuerpos de otros son públicos y se replican a una velocidad nunca antes vista. Mucho se ha hablado del poco control que hay sobre las redes sociales y la forma como la información navega sin filtro, replicándose infinitamente y quedando almacenada en la nube por siempre. Esto también tiene sus implicaciones en la crítica negativa que se hace a los cuerpos de los demás. La sensación de que el mal comentario que me hicieron fue visto por miles de personas y quedará almacenado por siempre es abrumadora.
En el día a día, quizá como una de las peores consecuencias del body shaming, podría desarrollarse una dismorfia corporal. Esto es una total distorsión de la imagen que se tiene del propio cuerpo. En el caso de la obsesión con subir de peso, podría ser que la persona se convenza a sí misma de estar subida de kilos, esto no solo genera una angustia constante en cuanto al peso, sino que también podría derivar en trastornos alimenticios, como la anorexia o la bulimia.
Por otra parte, la depresión y ansiedad son también consecuencias conocidas del body shaming. El no sentirse cómoda con el propio cuerpo, tener una imagen distorsionada de nosotras mismas, el debilitamiento de las relaciones sociales por los comentarios acerca del físico, la ansiedad por no estar a la altura del canon o el estereotipo, todo esto puede disparar casos de ansiedad o depresión.
Primero hay que entender qué es el body shaming, una vez lo sepamos, identificaremos varias conductas que antes entendíamos como “normales” o “cotidianas” como serias formas de hacer matoneo o bullying.
Es importante comprender que no en todos los casos hay una mala intención detrás de esto, por ejemplo, muchas veces las abuelas nos dicen que comamos más o insisten en servir otra porción, esto no es necesariamente algo que ellas entiendan como body shaming, aunque no las exime de estar haciéndonos daño. Para esto es necesario informar a las personas a tu alrededor de lo que sus comentarios te hacen sentir y crear un filtro para saber identificar cuándo se trata de body shaming y cuando no. Por ejemplo, si en los comentarios que recibes te sientes atacada, criticada o vulnerada, muchas veces bajo la etiqueta de “es por tu salud”, probablemente estás recibiendo body shaming. Sé consciente de lo que los otros te hacen sentir, y si identificas algo negativo o dañino en sus palabras, etiquétalo como body shaming y actúa al respecto.
Si bien hay una responsabilidad como creador de contenidos sobre los estereotipos que se venden en las redes sociales, es cierto que también hay una responsabilidad como usuario sobre qué consumimos y las fuentes desde las que buscamos conocer el mundo.
Charlotte Markey, experta en investigar cómo los medios influyen en la percepción corporal, dice para el medio DW en español: “Alejarnos de los espacios digitales que no tienen un efecto positivo en nosotros es de ayuda, la gente suele olvidar que podemos elegir qué aplicaciones y plataformas utilizar y cómo hacerlo. Si un sitio no nos aporta experiencias positivas podemos abandonarlo e irnos a otro lado. Tenemos mucho control a la hora de gestionar los feeds de noticias, podemos escoger seguir a expertos en salud mental, activistas del body positivity, gente solidaria y tolerante”.
Es decir, una de las mejores soluciones para el body shaming puede venir de ti misma: aléjate de los estímulos negativos. Si las redes sociales son el lugar desde el que tienes un acercamiento tóxico a tu cuerpo o al de los demás, aléjate, busca otras fuentes y no entres más en el juego de la falsa perfección de las redes. O en caso de que no quieres apartarte del todo, busca otros influencers o personas del mundo de las redes que generen contenido positivo sobre todos los tipos de cuerpo.
Grandes nombres del espectáculo nos enseñan hoy a amar nuestros cuerpos y defenderlos ante los comentarios negativos de los demás. Las influencers Fat Pandora y Jules SchönWild, las cantantes Lizzo, Billie Eilish y Karol G y la modelo Paloma Elsesser, nos han enseñado a adueñarnos de nuestra propia belleza, que es tan válida como la del canon. Contesta siempre con orgullo, llénate de seguridad como estas mujeres que se dedican hoy a inspirarnos.
Esto no es un trabajo que puedas hacer sola, muchas veces necesitamos ayuda de amigos, familia e incluso de profesionales de la salud mental. Es importante que le cuentes a los demás cómo te sientes acerca de tu cuerpo y que determines cuáles son los comentarios que quieres recibir y cuáles no. Enséñale a tu familia con paciencia lo que es amar tu propio cuerpo, pon reglas sobre lo que quieres recibir, rodéate de personas que enseñen a amar todo tipo de cuerpo, sigue influencers y personas expertas en la salud que te guíen en la búsqueda de una mejor imagen propia y autoestima.
Recuerda que en nuestra página web tenemos un consultorio psicológico virtual. Acércate y compártenos tus dudas acerca de qué es el body shaming y qué hacer si lo estás viviendo. Nosotras estamos aquí para apoyarte.
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