Volver a
31 de Agosto
“Mamá solo hay una”. Esta ha sido quizá una de las frases que más hemos escuchado y que, de seguro, seguirá repitiéndose un sinfín de veces. ¡Y es que no es para menos! Porque todas sabemos que existe magia en el abrazo de mamá, un poder curativo en sus recetas, sabiduría casi ancestral en sus palabras y una seguridad única que solo transmite su presencia.
Sin embargo, aunque este es el común denominador, el panorama a veces, como en cualquier otra relación de nuestra vida, puede cambiar; primero, porque nuestros pasos conllevan errores y, segundo, porque por mucho que lo creamos ese ser fuerte e independiente al que llamamos mamá, por sobre todas las cosas es una mujer que todos los días vive sus propios procesos, también marcados por aciertos y desaciertos.
Es importante que abracemos la idea de que el rol de mamá no puede limitarse a un lazo biológico. Mamá también puede ser otra mujer que desde pequeña decidió cuidarnos con su amor incondicional; nuestra abuela, una tía u otra figura que represente para nosotras un lugar seguro, de protección y aprendizajes.
La relación con nuestras mamás puede tener una percepción de “todo tiempo pasado fue mejor”, pues cuando éramos más pequeñas nuestras exigencias y los retos de ellas eran casi del mismo tamaño ¡O al menos eso pensamos! Mientras nuestra única preocupación era pasar matemáticas con un 10, ella se encargaba de crear un entorno seguro para que creciéramos como las princesas que creíamos ser.
Ahora, en la edad adulta, el cómo mejorar la relación entre madre e hija puede ser una pregunta que busquemos responder desde el interior y puede surgir desde la propia incapacidad que muchas veces tenemos de ver a nuestra mamá como otra mujer, con sus propias emociones y necesidades que van mucho más allá de nuestra existencia como hijas.
Para aprender cómo mejorar la relación entre madre e hija es fundamental entender que este vínculo funciona igual que las otras relaciones que decidimos cultivar a lo largo de nuestra vida. La empatía, ¡es una muy buena clave! Para saber que mamá de superhéroe lo tiene todo, pero puede equivocarse con un llamado de atención, un consejo o un presentimiento, pues por mucha experiencia que la vida le haya dado, la esencia de ser humana le permite abrazar el caos desde aprendizajes diarios. Por ello, antes de señalarla con un dedo, pregúntate si tu papel en su vida le suma a su paz o a su culpa.
Para sanar este vínculo pueden buscar ayuda profesional que les permita avanzar según sus experiencias. Además, pueden apoyarse en estos consejos que a Nosotras nos han funcionado muy bien y son una buena forma de decirles “te amo”.
Entendé que las vivencias que nuestras mamás ven en nosotras están delimitadas por la experiencia que ellas tuvieron, solo que en una época diferente. Por ello, ten una escucha atenta y toma los consejos que en verdad puedas aplicar en tu entorno actual.
¡Convertité en la hija que quisieras tener! Hacerle saber a mamá que nos interesa su vida, sus emociones, sus logros y proyectos es también demostrarle que se puede construir una relación de iguales, en donde no sólo ella tiene una responsabilidad mayor.
Comunícate con sinceridad. Ser clara y tener conversaciones profundas y transparentes con nuestras mamás puede ser una excelente herramienta para dejarla entrar en nuestra vida o nosotras acercarnos un poco más a la de ella.
Escribile tus emociones, bien sea para sanar o para agradecer, muchas veces el papel y lápiz es la mejor herramienta para ser realmente honestas con nosotras mismas, dejando entrever el corazón… ¡Aquí va nuestro intento! También puede funcionarte a vos.
“Hoy te pido perdón, mamá, por todas las veces en donde mis desaciertos te hicieron creer que te habías equivocado en el camino. Por olvidar preguntarte cuáles son tus sueños o tu proyecto más cercano. Por no entender que el amor también me lo demuestras con una llamada desesperada para preguntarme en dónde estoy o por haber desmeritado tu presentimiento con aquella persona que no me hacía bien.
Abrazo el amor que me tenes, porque si yo me amara igual, podría comerme el mundo entero sin dudarlo ni un segundo. Abrazo tu vida, aunque no te lo diga, porque mirarte es recordarme que existo, que me veo a través de tus ojos como la mujer que quiero ser y que espero que tú también logres verte a través de los míos, como una mujer que construyó el lugar más seguro del universo, al cual recurrir cuando la vida me pese. Gracias, mamá, porque aun cuando me pierdo y busco el amor en otra parte, siempre lo voy a encontrar en tus brazos.
A partir de hoy te libero de toda responsabilidad, excepto de la de ser feliz y estar satisfecha por haberme dado el cielo y hasta más”.
Acá te dejamos un ejemplo del poder transformador que tienen las palabras. Podes tomarlo como dedicatoria o animarte a escribir tu propia carta para que entiendas que el cómo mejorar la relación entre madre e hija empieza cuando nos sinceramos con nosotras mismas y abrimos nuestro corazón para sanar.
Dejanos tus comentarios