¿Cómo superar la pérdida de un ser querido?

¿Cómo superar la pérdida de un ser querido?

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En ocasiones la vida nos pone pruebas difíciles, pero no imposibles de superar. Perder a un ser querido, bien sea porque se alejó de nosotras o porque falleció, es una de esas circunstancias en las que debemos sacar nuestra fuerza interna, aprender a gestionar el dolor y seguir adelante.

Las pérdidas nunca han sido agradables para nadie, pero casi todas, en algún momento de nuestras vidas, hemos tenido que enfrentarnos a ellas. Terminar con un novio, cambiar de colegio o de lugar de residencia y, por tanto, perder algunos amigos o afrontar la muerte de un familiar, son algunas de las situaciones en las que requerimos de fuerza, tiempo y sabiduría para aceptar la ausencia, sanar el dolor y continuar nuestra vida.

Por lo general, no estamos preparadas para este tipo de acontecimientos, pero quizás sea oportuno tener algunas claves para saber cómo evitar el miedo a perder a alguien y cómo gestionar el duelo.

¿Por qué se produce el miedo a perder a alguien?

El miedo a perder a alguien es un sentimiento normal y recurrente en muchas personas, pero poco práctico y contraproducente especialmente, en relación con la persona que se teme perder. Su origen reside en que somos seres sociales con vínculos afectivos que nos acercan a otras personas, y por eso, perder a alguien significa tener que aceptar que esa relación afectiva a la que estábamos habituadas, no existirá más, lo cual inevitablemente, produce temor. En otras palabras, el miedo a perder a alguien cercano hace parte de la incertidumbre humana que nos acompaña desde nuestro nacimiento y que nos recuerda que nada es para siempre. No obstante, aunque es un sentimiento innato y hasta cierto punto coherente, lo importante es tratar de vivir esa emoción de manera inteligente.

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En esta línea, por más que tengamos la certeza de que en algún momento moriremos o perderemos a algún ser querido por la razón que sea, vivir con este miedo no evitará que ocurra, y, por el contrario, generará dolor y sufrimiento de forma anticipada. De igual forma, produce un efecto que dista mucho de permitirnos querer, valorar y apreciar a la persona por la cual sentimos dicho temor de pérdida, por lo que la clave está en disfrutar al máximo con la persona que queremos, vivir el momento presente, y no martirizarnos con la idea de que algún día no estará.

Así pues, es común ver en ciertas relaciones de pareja que uno de los enamorados se siente inseguro y temeroso de que el vínculo llegue a su fin. Y esto, lejos de ser beneficioso para la relación, hace que dicha persona se niegue la posibilidad de disfrutar y de amar plenamente por estar pensando y temiendo una futura pérdida; lo que incluso, a veces, termina por convertirse en una ruptura real.

Es muy probable que en algún momento de nuestras vidas tengamos que afrontar una pérdida o una ruptura, pero más que tenerle miedo a esta posibilidad, debemos aprender a gestionar el dolor cuando la pérdida es real e ineludible.

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Aprender a gestionar el duelo

Nuestras relaciones sociales se sustentan sobre un principio que se conoce como conductas de apego o vínculos afectivos. Estas son producidas por la confianza, el amor y la cercanía que compartimos con seres queridos, y hacen que nos sintamos atadas emocionalmente a las personas con las que generamos estos vínculos. Cuando se produce una pérdida, atravesamos un proceso que se conoce como duelo, el cual es la respuesta emotiva frente a la pérdida que se suele experimentar con una profunda tristeza, llanto, apatía, desdén, entre otros. 

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De igual forma, el duelo puede ser muy distinto según la persona que lo sienta y el tipo de pérdida por la que esté pasando. Así, por ejemplo, si bien, tanto la ruptura de una relación amorosa como la muerte de un ser querido, son dos tipos de pérdidas diferentes, ambas pueden sumirnos en un estado de tristeza y desolación que debemos aceptar y sanar progresivamente.

En líneas generales, durante el duelo podemos distinguir cuatro fases mediante las cuales se irá aceptando gradualmente la pérdida:

  • La primera es una fase de aturdimiento o “shock” que tiene que ver con el estado de incredulidad y desconcierto por lo sucedido.

  • La segunda tiene que ver con el anhelo y la búsqueda que se caracteriza por la necesidad incontrolable de estar con el ser ausente.

  • La tercera vendría a ser una fase de desorganización y desespero en la se experimentan las emociones más duras pues se empieza a ser consciente que la persona ausente no volverá.

  • La cuarta fase es de reorganización en la cual se va adoptando un nuevo estilo de vida en el que ya se ha asimilado la pérdida. 

Por esto, la mejor forma de superar un duelo es aprender a dejar ir. Aunque sabemos que aceptar una ausencia no es tarea fácil e incluso, puede llegar a ser un proceso muy doloroso, cuando soltamos y dejamos ir a la persona ausente, vamos entendiendo que la vida sigue y que, a pesar de que la persona no esté físicamente presente, podemos -si queremos-, guardar un sano y bonito recuerdo en nuestra mente y en nuestro corazón. 

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Para ello, lo primero es aceptar la realidad de la pérdida y no temer a expresar y sentir las emociones y el dolor. Este proceso no será de la noche a la mañana por lo que debemos ser pacientes con el duelo y no ocultarlo o fingir que ya se superó, es importante darse el tiempo que sea necesario para afrontar y aceptar la pérdida. Una vez asumamos la ausencia como una realidad inevitable, empezaremos un proceso de adaptación en el que poco a poco iremos recolocando emocionalmente a la persona ausente y recuperando el ánimo y la energía para continuar viviendo.

La pérdida de un ser querido es una situación que no podemos controlar pues en múltiples ocasiones es un hecho imprevisible y ajeno a nuestra voluntad. Sin embargo, dejar ir, aceptar la ausencia y el dolor, expresar las emociones, tomarse el tiempo necesario para sanar y tomar una actitud de superación, son algunas acciones que podemos llevar a cabo para seguir adelante, fortalecernos y darnos una nueva oportunidad para ser felices.

"No llores porque las cosas hayan terminado, sonríe porque han existido"

C.E. Bordakian

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