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2 de Septiembre
¿Has sentido que tu cuerpo no te pertenece?, ¿hay algo en él que no te gusta y simplemente no puedes dejar de mirarlo mientras te juzgas? ¡Así se ve la dismorfia corporal! Una situación muy incómoda que, sin duda, podría poner en juego el bienestar de cualquiera de nosotras; y, aunque parezca increíble, puede llegar a afectar a más personas de las que creeríamos, porque es silenciosa y se adentra en la mente sin que ni siquiera te des cuenta.
Sin duda, un tema que todas debemos conocer y tratar con cariño, empatía y mucho respeto para que, quienes la padecen, puedan sentirse siempre acompañadas y jamás juzgadas. Aprendamos más sobre qué es la dismorfia corporal y entendamos juntas esta condición.
La dismorfia corporal es una condición en la que la mente hace que percibamos nuestro cuerpo diferente a cómo realmente es, ¡creando una obsesión inmensa con el espejo! Ataca directamente a nuestros complejos, por ejemplo: “siempre he tenido miedo a subir de peso y, cuando me miro al espejo, me veo cada vez más grande”; o, al contrario, “siempre he tenido miedo a bajar de peso, pero cuando me miro al espejo me veo cada vez más pequeña”. ¡Nuestros más grandes miedos y complejos se reflejan en el espejo, aunque no sean reales! Es como tener una lupa gigante que solo se enfoca en lo que crees que está mal con vos, haciendo que te sientas incómoda e insegura.
La adolescencia es una de las etapas más difíciles en la etapa de desarrollo y crecimiento de cualquier mujer, porque es el momento en el que nuestros cuerpos están teniendo grandes cambios y estamos más conscientes de cómo nos vemos. ¡Es una época de muchos retos!, en la que estamos descubriendo quiénes somos y cómo queremos vernos ante el mundo, lo que puede hacer que nos sintamos más vulnerables a las inseguridades.
No existe un manual que nos enumere de la A a la Z las causas por las que la dismorfia corporal puede llegar a nuestra vida, porque hay muchas variables que pueden influir; como nuestra historia personal y familiar, o la manera en la que hemos aprendido a relacionarnos con nuestro entorno, pero, sin duda, hay algunos factores que pueden llegar a considerarse de alto riesgo para padecer este trastorno, como:
Factores genéticos: suele ser muy común que, si alguien de la familia padece este trastorno, se pueda ver reflejado también en otras personas del círculo.
Recuerdos incómodos: cuando la infancia estuvo rodeada de comentarios sobre el cuerpo y con prejuicios que generaban etiquetas según la apariencia física, es probable que hayan quedado cicatrices profundas que se reflejan incluso a través del tiempo.
Problemas de autoestima: si creés que nunca nada es suficiente cuando se trata de tu propia apariencia, es común que la mente se enfoque más en eso que cree que “te falta”, generando cierta obsesión e incomodidad constante con tu propio cuerpo.
Influencia social: ¿Quién luce mejor?, ¿qué está de moda?, ¿quién es la más linda del barrio o del salón? Vivimos en una sociedad en la que lucir bien se convirtió casi que en un deber, lo que genera presión y complejos con un estándar de belleza inalcanzable.
Hay señales claras que, sin duda, son signo de alerta y, aunque puede haber muchos comportamientos que se normalizan con el tiempo, no son sanos ni naturales, ¡así que prestá atención!
Si pasás mucho tiempo frente al espejo, enfocándote en lo que no te gusta de tu apariencia, ¡alerta!
Si evitas situaciones sociales por miedo a que otros noten tus "defectos", ¡alerta!
Si te sentís inferior a las demás, ¡alerta!
Si buscás maneras de ocultar o cambiar algunas partes de tu cuerpo, ¡alerta!
Estas son solo algunas de las señales que debes tener en cuenta para empezar a identificar qué es lo que está sucediendo, pero sin duda existen muchas otras que, con un acompañamiento especializado con tu psicóloga de confianza, podrás comprender aún mejor.
Las redes sociales y los medios de comunicación tienen un gran impacto en cómo nos vemos a nosotras mismas, porque se ha logrado crear un estándar con el aspecto físico en el que por supuesto no todas encajamos, pero por el que sí nos juzgamos, por eso, ¡prestá atención porque vamos a romper mitos!
Las redes sociales están llenas de imágenes "perfectas" que, por supuesto, están retocadas o filtradas. Aunque parezca un acto inocente en el que, probablemente, todas alguna vez hemos participado, puede ser la puerta de entrada al mundo de la comparación e insatisfacción con nuestro propio aspecto. Recuerda que lo que ves en línea no siempre es real. Aprendé a tomar las redes sociales como lo que son: plataformas modificables que suelen mostrar la vida a través de filtros.
¡El acompañamiento es clave! Si te das cuenta de que podés estar lidiando con la dismorfia corporal, ¡comentálo! No tengas miedo de hablarlo con un profesional o una persona cercana a ti que te quiera y te respete. Este es el primer paso para encontrar una solución a largo plazo tomando los siguientes consejos que Nosotras te damos:
Hablar con un profesional puede ser muy útil. Ellos pueden ayudarte a entender tus sentimientos y darte herramientas para manejar tus preocupaciones de manera saludable.
Todas somos únicas y especiales a nuestra manera. En lugar de compararte, concentráte en lo que te hace feliz, en las cualidades que te representan y en las particularidades que te hacen hermosa e increíble.
Los filtros suelen alterar nuestro aspecto natural, porque al usarlos modifican las facciones y cambian ciertos rasgos del rostro y el cuerpo; sin duda, ¡son un arma de doble filo! Nosotras te recomendamos evitarlos y publicar fotos sin filtros para celebrar tu propia belleza.
Practicá actividades que te hagan sentir bien con vos misma; empezá a implementar algunos hábitos saludables como puedes practicar algún deporte, meditar, salir con tus amigas y aprender cosas nuevas. Cuanto más te cuides, más cultivarás tu amor propio.
Compartir tus sentimientos con personas de confianza, siempre será buena idea. Recordá que lo que se habla, deja de pesar; no guardes en tu interior pensamientos negativos, deja que salga para que se transformen.
¡Todos podemos hacer de este proceso, uno mucho más sencillo! Si conocés a alguien que podría estar lidiando con la dismorfia corporal, acá te dejamos algunos consejos para que acompañes desde el cariño, la comprensión y el soporte positivo:
Escuchá sin juzgar y ofrece tu apoyo.
Motiva a la persona a buscar ayuda profesional.
Recuérdale sus cualidades y talentos que van más allá de su apariencia.
Evita hacer comentarios sobre su apariencia, incluso si son positivos, ya que esto puede reforzar su obsesión.
¡Recordá, todas somos más que nuestra apariencia física! La belleza real viene de aceptar y amar nuestras diferencias.
https://www.psicologos-malaga.com/redes-sociales-imagen-corporal/
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